Cuando pensamos en una historia, lo primero que nos viene a la mente es su protagonista. Sin embargo, pocas veces se reconoce la importancia de los personajes secundarios.
Estos roles secundarios son los que sostienen la trama, acompañan a los protagonistas y permiten que la historia avance. Sin ellos, los personajes principales quedarían aislados, sin vínculos ni aprendizajes.
En la vida cotidiana ocurre lo mismo. A veces nos toca estar en el centro, y otras veces debemos aceptar ser personajes secundarios en la historia de alguien más. Eso no significa ser menos importantes: significa tener la capacidad de escuchar, apoyar y estar disponibles cuando se nos necesita.
La grandeza de los roles secundarios está en su humildad. Implica dejar de lado el ego, entender que no siempre tenemos que brillar y reconocer que acompañar también construye.
Recordarnos más seguido que no somos tan importantes puede ser una forma de darle sentido a esos momentos donde el protagonismo le toca a otros. Porque en definitiva, ser secundarios también es parte esencial de toda historia.
El valor de ser un personaje secundario